Riolobos. Una boda distinguida. 1930

Cama de vistas. Museo Pérez Enciso. Plasencia

Resulta realmente curioso encontrar un recorte de prensa en el que se cuente una boda celebrada en Riolobos el 24 de noviembre de 1930. Se trata de la boda de tío Ventura Arroyo Egido con Áurea Carral. No figura el segundo apellido de la novia. Llama la atención el lenguaje que el autor o autora de la noticia (firma L.A.) utiliza para describir una boda popular y también el carácter que pretende darle a la misma. Es un verdadero "eco de sociedad". De la "sociedad" riolobeña de l930. Podemos leer una relación muy precisa de los asistentes a dicha boda, pero con un cierto tratamiento altisonante. Señoras y señoritas para las damas y el "don" para todos los caballeros. Además no hay convite ni banquete. Lo que se hace es un "lunch". En fin, una imagen de los "felices veinte" en Riolobos. Publicamos aquí el recorte de la noticia, hacemos la transcripción y añadimos algunos comentarios al evento. Porque, como ya hemos dicho, lo sorprendente no es la boda, que, por muy "distinguida" que sea, sería como muchas otras celebradas en el pueblo, lo sorprendente es la forma de contarla.

El recorte de la noticia y su transcripción

Recorte de la noticia
DESDE RIOLOBOS
Boda Distinguida

En la iglesia parroquial de Santa Catalina, el día 24, a las 10 de la mañana, santificaron sus amores la bella señorita Aurea Carral, hija del acaudalado propietario don Marcelino, con don Ventura Arroyo Egido, de distinguida familia riolobeña.
La novia lucía elegante vestido de crespón con aplicaciones de encajes y bonito velo; se adornaba con valiosas alhajas.
Apadrinaron a los contrayentes sus primos, don Máximo Calvo y su esposa doña Felisa Moreno, y dio la bendición nupcial nuestro virtuoso párroco, don Máximo Sánchez, firmando el acta como testigos don Juan Martín, médico de la localidad y don Juan Delgado.
Terminada la ceremonia, fueron obsequiados padrinos e invitados con un exquisito "lunch".
Hacían los honores de la casa don Antonio y doña Máxima Egido.
Más tarde, en el casino de don Alvaro Lucía se celebró un animado baile.
Asistieron a la boda doña Gala Rodríguez, doña Eufrasia Arroyo, doña Melitona Egido, doña Martina Egido, doña Tomasa Rodríguez, doña Petra Palacios y doña Luisa Carral.
Señorita Evelia Egido, de Holguera; señorita Aquilina Benavente, de Navas del Madroño.
De Riolobos: las señoritas maestras Lucía García y Lidia Arroyo; señorita Carmen Martín; señorita Lucía Lucía, señorita Petra Calvo, señorita Cipriana Bravo, señorita Guadalupe Moreno, señorita Victoria González, señorita Crescencia González, señorita Clotilde Moreno, señorita María Asunción Egido, señorita Crispina Moreno y señorita Carmen Becerra.
Señores: Don Marcelino Carral, don Constantino Arroyo, don Marcelo Arroyo, don Urbano López, don Moisés Baile, don Juan Egido, don Flores Baile, don Vitorino González, don David Moreno, don Macario Sánchez, don Julio y don Graciliano Mendo, don Pedro Moreno, don David González, don Avelino González, don Segundo Baile y otros muchos que sentimos no recordar, en numero de cien.
A la feliz pareja, a quien deseamos todo género de felicidades, han salido en viaje de novios para distintas poblaciones españolas.
L. A.
  Conviene quizás poner una relación ordenada de los asistentes, porque así le resultará más fácil identificarlos a quien le interese.

Algunos comentarios sobre la boda

Cuando uno piensa en las bodas populares de los distintos pueblos de Extremadura en las primera mitad del siglo XX, se le vienen a la cabeza aspectos y elementos de tipo etnográfico que las caracterizaban de manera especial: cartas de dote, amonestaciones, avisos e invitaciones, rituales y celebraciones, rondas y canciones, ... Nada de ello se refleja en la noticia. Como ya dijimos, la pretensión del "periodista" es otra. 

Pero a nosotros este recorte nos permite dos cosas: por una parte, observar los asistentes y localizarlos en el tiempo y en sus núcleos familiares y, por otra, hablar algo de lo que eran las bodas de antaño.

Entre los asistentes y los lazos familiares empezamos por los padres de Ventura, el novio: eran Antonio Arroyo (creo que conocido como tío "Pistoja") y Máxima Egido. Se encargaron del banquete o convite. A la boda acudieron los tres hermanos de Ventura: Constantino (Constante), Eufrasia y Lidia. Esta última es citada como "señorita maestra". Y con tía Eufrasia acude también su marido Julio Mendo, hermano a su vez de Julián Mendo que no está en la lista. Ventura y Áurea tuvieron tres hijos: Felícita, Marcelino y Pedro. Algunos familiares viven en el pueblo.

Por parte de la novia, Áurea Carral (siempre escuché tía "Auria") figura su padre Marcelino Carral, que es catalogado en la noticia como "acaudalado propietario". No se cita a su madre. Como tampoco el segundo apellido de la novia. No sabemos las razones. Aunque, según se nos informa, la madre era Gala Rodríguez, que figura la primera en la relación de señoras. De la familia de los Carral sabemos que uno de ellos, Críspulo Carral, hermano de Marcelino, emigró a Argentina. En el grupo de "Riolobeños por el mundo", su nieta, Lidia Beatriz Carral, de nacionalidad argentina, cuenta desde allí algunas cosas del mismo. De los Carral hemos de recordar también a Lidia Carral y Emeteria Carral y a sus familias actuales, algunos en Riolobos.

No vamos a seguir repasando todos los asistentes y sus familias porque se haría interminable. Lo dejamos como ejercicio para quien le interese. Mucha gente encontrará familiares muy directos.

Es interesante también señalar otras circunstancias que aparecen.  El banquete o convite ("exquisíto lunch") se hizo en la casa del novio y fueron sus padres los que "hicieron los honores de la casa". El oficiante fue "nuestro virtuoso párroco, don Máximo Sánchez". La novia "lucía elegante vestido de crespón con aplicaciones de encajes y bonito velo; se adornaba con valiosas alhajas". El "animado baile" se celebró en el casino de don Álvaro Lucía. Y el viaje de novios "por distintas poblaciones españolas". Todos estos elementos, a pesar de la retórica, ayudan a situarnos en la celebración.

Las bodas de antaño

Como todas las cosas, este tipo de ritos de tránsito ha cambiado una barbaridad con respecto a la época que comentamos. En algún momento habrá que hacer un pequeño estudio sobre aquellas bodas de antaño, profundizando en todos los aspectos característicos que señalábamos más arriba. Hoy, sólo apuntaremos algunos.

El ajuar y la dote

Era costumbre que la novia, durante el período de noviazgo, preparara su ajuar para llevar a la boda. Sobre todo lo referente a ropas de vestir, trajes de cristianar, mantelería, ropa de cama, aseo, joyas, aderezos... La mayoría de ellos debía elaborarlos y adornarlos con todo primor. Todos estos elementos de ajuar se exponían a la vista de amigas y vecinas en las alcobas formando escenas como la que hemos puesto más arriba. La "cama de vistas" del Museo Pérez Enciso de Plasencia.

Entre los elementos del ajuar hay uno del que quiero hacer especial mención: el paño velatorio.

Paño velatorio de boda. Lino. Principios del siglo XX.
Malpartida de Plasencia. Por cortesía del Museo de Cáceres.

Uno de los ritos de la ceremonia nupcial era el momento de las velaciones de los novios. Había que colocarles, arrodillados en los reclinatorios, un paño o velo que iba sobre la cabeza de la novia y sobre los hombros del novio. Se hacía después de la lectura del Evangelio y así debían permanecer hasta el final de la misa. A la vez, los novios y los padrinos sostenían unas velas encendidas. La madrina, además, debía estar atenta para que a la novia no se le deslizara el velo de la cabeza. El que ponemos aquí forma parte de la exposición permanente del Museo de Cáceres y está realizado con una primorosa labor de encajes, bordados, deshilados, puntillas...

Una copla recogida por García Matos alusiva a las velaciones:

Este conjunto de elementos del ajuar más otros de distinto tipo formaban la dote. Era costumbre muy antigua hacer una relación de todo este caudal de objetos y bienes que la novia aportaba al matrimonio. Es lo que se llamaba la carta dotal. En Riolobos se conoce también como hijuela, aunque este término hay que reservarlo para la relación de bienes heredables que se había de repartir al fallecer una persona. Es muy interesante, por muchas razones, conocer las cartas de dote de distintos siglos. Constituyen un material de estudio ineludible para conocer las sociedades (en este caso, la rural). Conservamos la que llevó mi madre al matrimonio que está manuscrita por mi padre. Me imagino, en la mesa camilla, al padre de la novia y al futuro yerno redactándola.

Tres días de boda

Para hacer las invitaciones la novia y el novio, acompañados por amigos y amigas, solían recorrer, por separado y con mucho ánimo y jolgorio, las casas de sus familiares y allegados respectivos. Solían invitarles con fórmulas parecidas a esta: "Tía, sabrá que el 24 me caso. Nos gustaría que nos acompañaran (o por todo el día)". Lo primero invitaba a la ceremonia; lo segundo, a la celebración completa.

Otro elemento fundamental del rito eran las amonestaciones que se hacían durante tres domingos seguidos en la misa mayor. Aquello de "si alguien tiene algún impedimento para que este matrimonio se celebre, dígalo ahora o calle para siempre".

Tradicionalmente, en muchos pueblos de la provincia de Cáceres las bodas podían durar hasta tres días. La víspera, la boda propiamente dicha y la tornaboda. No todas duraban tanto. En la tornaboda había una costumbre en Riolobos de llevarles a los novios el desayuno. De ello se encargaban los padrinos. Y esa mañana se presentaban en la casa donde los novios habían dormido llevándoles para desayunar pollo y chocolate.

La boda lógicamente tenía su ritual, tanto religioso como profano. Los cantos y alboradas de boda, las rondas, el acompañamiento del tamborilero dando música, el convite, las bromas que los amigos gastaban a los novios, la maná, etc. Hay dos detalles de mucho interés que hemos recogido del libro "Lírica popular de la alta Extremadura" de García Matos (Unión Musical Española. Madrid, 1944). El profesor García Matos tiene entre sus informantes para la recogida de canciones a varios tamborileros. Entre ellos, Antolín Garrido, de Montehermoso y Santos Ginés, de Riolobos. (Aquella copla que se cantaba: Santos el tamborilero / hombre de mucha energía. / No se cansa de tocar / ni de noche ni de día). Toda una referencia este tío Santos.

Veamos alguna de las aportaciones que hace el tamborilero riolobeño:

Toques del tamborilero para ir a buscar a los novios:

 De "Lírica popular de la Alta Extremadura". García Matos.

Una sobre el rito de la maná:

 De "Lírica popular de la Alta Extremadura". García Matos.
La maná son los regalos que los invitados hacen en especie a los novios para empezar a vivir. Por eso en la letra y música anterior, dictada por Santos Ginés, aparecen cuartillas y celemines. En la maná, dice García Matos, "se cantan coplas de ronda alusivas; solamente en el pueblo de Riolobos he encontrado un canción propia de esta costumbre,  y bien significativa por cierto...". Esta es la letra:


El profesor García Matos (pág. 82) aclara sobre la letra:

Cuartilla: medida equivalente al cuarto de fanega.
Celemín: dozavo de fanega
La otra ni echa que dos rales (quiere decir "La otra no echa más que dos reales")
Por ahí se va a vivir ("Con eso se empieza a vivir")

Otra, cuyo informante fue Argimira Bravo, de Riolobos. Aunque esta canción se ha recogido y grabado también procedente de Cachorrilla y Pescueza.
 De "Lírica popular de la Alta Extremadura". García Matos.
Quedan muchos aspectos que tratar sobre las bodas de antaño. Valgan estas notas como apuntes o borrador para un futuro trabajo más amplio y documentado. Terminamos con unas imágenes de unos costales expuestos por la artista María Jesús Manzanares, de Malpartida de Plasencia, en el Museo de Caceres. Una mujer de gran creatividad, cuyos bellos trabajos reivindican la vida rural. Estas imágenes, para el que esto escribe, no sólo evocan las tareas del campo, las cosechas, sino también ese rito de la maná del que acabamos de hablar.


Nota final (Post scriptum)

Terminada y publicada esta entrega, mantuve conversaciones sobre la misma con dos amigos Riolobeños: Ascensión García y Robustiano Pérez. Cada uno por su cuenta me hizo la observación, muy acertada y oportuna, que posiblemente la autora del artículo (L.A.) fuera  Lidia Arroyo, hermana del novio y maestra. Me pareció una aportación muy a tener en cuenta, porque eso explicaría muchas de las cuestiones que nos hemos planteado al analizar el lenguaje, las formas, el sentido ... de dicho artículo. Pensando sobre la cuestión hay que concluir que la autoría de Lidia es clara, dado que es alguien que conoce perfectamente los vínculos familiares de los asistentes y así los organiza en la lista de asistentes, consiguiendo una ordenación muy lógica de todas las personas. Además, cuando habla de las "señoritas maestras" ella se pone en segundo lugar.

Admitir esta autoría, y conocida la trayectoria personal de la autora, nos lleva a confirmar el sentido e intención de este "eco de sociedad" con un carácter que ya habíamos anunciado como hipótesis.  Nos aporta, en conclusión, una visión muy interesante de una parte de la sociedad riolobeña de la primera mitad del XX.

Agradecimientos:

A Rafael Fernández, Maribel Caballero, Angelita Mendo y Rebeca Calvo por la importante información que me han facilitado sobre personas y familias que aparecen en esta boda.

Realización: ©José Vidal Lucía


Comentarios

  1. Muy interesante el reportaje, entre los invitados estaba mi abuelo Moisés y el tío Flores.
    Menuda boda importante un beso .Montse

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