Riolobos. Robo en un comercio en 1885. Una primera aproximación a los comercios de antaño.
Una noticia de contenido sorprendente. El juez municipal de Riolobos, don Juan Sancho Copero, publicó un anuncio en el BOP (15 de diciembre de 1885) haciendo saber que "en la madrugada del día de hoy (5 de diciembre) se ha cometido un robo con escalamiento en la casa comercio de D. José González Monroy, vecino y Alcalde de esta localidad". En dicho auto instaba a "todas las autoridades judiciales, civiles y militares, procedan a la busca y captura de (los) relacionados efectos y de las personas en cuyo poder se hallaren ..." Seguía toda la relación de valores, géneros y efectos que se habían sustraido de dicho comercio y de la que más adelante hablaremos.
La persona y la casa
El vecino y alcalde que cita el juez, José González Monroy, era un riolobeño nacido en 1837, hijo de Domingo González Chamorro, también de Riolobos, y de Rosa Cándida Monroy, natural de Acehúche. Sobre Domingo González Chamorro hemos visto en algún papel que tenía como oficio el de "maestro de niños", sin que hayamos podido indagar más al respecto. Era hijo de Alejo González Chamorro y de María Rodríguez, vecinos del pueblo, natural de las Casas de Millán el primero y de Mirabel la mujer. Los abuelos maternos, Fernando Monroy y Mª Antonia Arroyo, eran naturales y vecinos de Acehúche. José se casó con 22 años con Tomasa Gallardo, hija de José Gallardo y Juliana Garrido. Los tres, también de Riolobos. Estos datos permiten conocer el origen familiar foráneo de nuestro hombre, sobre todo por línea paterna. Y ello quizás explique que de las múltiples tareas a las que se dedicaba, ninguna estaba relacionada con el trabajo agrícola o ganadero.
En el auto del juez constaba su dedicación al comercio en la casa en que vivía y ejercía su negocio, pero sin señalar la ubicación. Sin embargo sí tenemos una referencia que la puede situar. Gregorio González Gallardo, también dedicado al comercio como José, su padre, vendió una casa en 1916 a Lucio Sánchez Lorenzo, propietario y vecino de Torrejoncillo, como se dice en la escritura de compraventa. La casa estaba situada en la "Plaza mayor de Riolobos, mide una extensión superficial de ciento cincuenta metros aproximadamente, que linda por derecha de su entrada con Calleja pública, izquierda y espalda con casa de Antolín Palacios." Hay más datos, pero éstos pueden ser suficientes para saber a qué casa nos referimos. Y, sin duda, es la casa de la foto que aparece al comienzo de esta entrada.
Volviendo a la dedicación profesional de José González, nos consta que en 1892. además de comerciante, ejerciendo con toda probabilidad en la casa señalada, era también ministrante y sastre. La función de ministrante parece estar relacionada con tareas auxiliares sanitarias que estarían en línea con lo que desde mediados del s. XIX se conocía como "practicante". En el padrón que hemos consultado aparece al lado del médico cirujano. Y todo ello don José lo combinaba con su dedicación temporal a la alcaldía y, de modo ocasional, con la tarea de notario eclesiástico de la parroquia de Riolobos. Tenemos algún documento, escrito y firmado por él, en el que aparece como tal.
El robo
El juez hace en su escrito una enumeración pormenorizada de los valores, géneros y efectos robados. Ello nos da una idea clara de los productos que se vendían en dicha tienda. Sorprende bastante la cantidad de género que pudiera existir en la misma teniendo en cuenta que la población de Riolobos rondaba los 1300 habitantes (en 1892, siete años después del robo, 1325 habitantes). También hay que tener en cuenta que el recuento se hace utilizando como unidad de medida la vara castellana, que puede ser difícil de entender para los que utilizamos el actual Sistema Métrico. También es poco común la terminología para nombrar algunos de los géneros que se citan. Al final pondremos un glosario para mejor entendimiento. Transcribimos (sin actualización ortográfica y usando cifras) la lista de efectos robados:
- 8 docenas de pañuelos del cuello surtidos entre colores de rosa con cenefa, de los llamados píos y otros colores, todos de algodón.
- Sobre unas 400 varas indianas verano, colores surtidos.
- 300 varas indiana negra, luto.
- Una caja de madera con marmotas.
- Una caja de cartón con pañuelos merino colores, de cinco y seis cuartas.
- 800 varas indianas invierno, oscuras y medios colores.
- 150 varas estameña negra de tres precios segun clase.
- 50 docenas pañuelos algodon, de la cabeza, dibujos variados que no se pueden precisar.
- 100 varas tartan, algodon cuero, cuadros encarnado y negro morado y negro.
- 200 varas tartan algodon mas inferior.
- 30 varas tartan lana, cuadros amarillo y encarnado, encarnado y negro y otros.
- 1000 varas cretonas varios colores, habiendo más encarnadas y rosa.
- 200 varas lanas lisas y á cuadros.
- 200 varas telas para colchas.
- 200 varas entre listas y cuadros para colchon.
- 400 varas indianas claras, verano, clase muy inferior.
- 50 varas bayeta grana, Antequera y estampada.
- De cuatro á cinco docenas fajas negras lisas y listadas.
- Sobre media arroba reatas de cáñamo.
- 25 pañuelos Tarrasa, de lana, lisos y con flores bordadas, para el cuello.
- 48 pañuelos manta algodon, de siete y de nueve cuartas.
- 200 varas frisa morada, negra y cuadros grosella.
- 8 ó 10 libras chocolate.
Al margen del género almacenado y sustraido, hay que señalar también otros efectos robados:
- Un revólver de seis tiros.
- 750 pesetas en billetes de Banco de 100, 50 y 25 pesetas.
- 175 pesetas en oro, en siete monedas de 25 pesetas en un portamoneda.
- 175 pesetas próximamente en planta, en una talega.
- 75 ó 100 pesetas en calderilla, en paquetes de 20 rs (reales).
- Un manteo de paño fino, sin concluir.
- Tres pares pantalones negros, todos nuevos, dos de vicuña y uno de satén.
- Un chaleco nuevo de satén.
Y esta es toda la noticia que tenemos sobre este sorprendente episodio. No hemos indagado más sobre el mismo y no nos consta la detención de los que perpetraron el robo. Vale ahora con los datos aportados que permiten comprender cómo podría ser un comercio de tejidos de finales del XIX y en un pequeño lugar como era Riolobos.
Tenemos también noticia de otro robo producido el 5 de julio de 1929 y denunciado por Sinforiano Granado, propietario de una fábrica de harinas, en la que se habían sustraido cuatro fanegas de trigo. En este caso se detuvo a dos personas que habían realizado el robo saltando "por una tapia que da al corral y desde éste, por una ventana del segundo piso, a la que acercaron una escalera, penetraron en la fábrica cogiendo el trigo de la tolva". Los detenidos quedaron a disposición del Juzgado.
Una primera aproximación a los comercios de Riolobos a finales del s. XIX
Para conocer algunos de los comercios existentes en el pueblo durante el período citado hemos recurrido a la consulta de los padrones de contribución industrial que aportan algunos datos de interés. Ahora nos limitamos al año 1892. En otro momento revisaremos la actividad comercial hasta mediados del s. XX.
En 1892 encontramos en el padrón industrial los siguientes negocios y actividades no agrícolas con la relación de contribuyentes:
Una tienda de tejidos (de) lana al por menor (de José González, en la Plaza); cuatro tabernas (regentadas por Sabino Baile en la calle Real, Cipriano Dellanos en Alhóndiga, Eugenio Dellanos Delgado en la del Álamo y Zacarías Dillana Izquierdo en la Empedrada); una venta de jerga al por menor, en la calle Real; y dos mesones (uno de Fernanda Pulido, viuda de Caballero, en la calle del Puente y otro de Bartolomé Arroyo, heredero de Águeda, en la Real). A continuación aparece también un tablagero (sic) o carnicero, Antonio Dillana Fernández, domiciliado en la calle Alhóndiga.
En otro apartado aparecen actividades relacionadas con el uso del río y la fuerza hidráulica: tres batanes pertenecientes a dos torrejoncillanos; una fábrica de jabón, de Ramón Calvo, con domicilio en la calle Álamo; una aceña de río, también de Torrejoncillo, y otra, en la que figuraba como propietario José Lorenzo Rodríguez. De este último, vecino de Riolobos, pero nacido en Portugal, no se cita domicilio y, en su lugar, se escribe "Cementerio". Hecho muy extraño porque José Lorenzo falleció en abril de 1894 y el censo está firmado en julio de 1892. Es una persona de la que volveremos a hablar porque disponemos de datos interesantes sobre ella.
Dedicados a "profesiones del orden civil" encontramos a don Juan (de) Miguel Fernández, médico cirujano que reside en la calle Estrella; dos ministrantes (el citado don José Gonzalez, en la Plaza, y don Marcos González Ramos, en la calle Ejido; y un veterinario, don Tomás Alcón Gil, con domicilio en la calle del Sol. (Con este tratamiento figuran en el padrón). A Marcos González Ramos lo veremos también en el censo de 1892, pero con el oficio de practicante.
En relación con las Artes y Oficios: tres herreros (Joaquín Calvo, en Real, Antonio Gallardo, en Alhóndiga y Felipe Ramos, en Estrella); cinco zapateros (Cástor Granado, Tiburcio Granado, Cipriano Dellanos (de nuevo), Lorenzo Caballero y Ángel Arroyo Mendo, con ejercicio respectivamente en Álamo, Real, Alhóndiga, Zabancha y Empedrada); dos carreteros (Félix Alcón Miranda, en calle Ejido, y Federico González en Alhóndiga); un albardero, Lucio Sánchez, en calle del Sol y un sastre, el citado D. José González Monroy, en la Plaza.
En este grupo de personas tenemos referencias sobre Ángel Arroyo Mendo, hijo de Agustín Arroyo y Rafaela Mendo, nacido hacia 1867 y fallecido con 42 años en 1909. Se casó en 1898 con Mª Rosario Pulido Carral, hija de Santos Pulido Calvo (bisabuelo del que suscribe) y de Ana Mª Carral y Oviedo. Tendremos ocasión de hablar en otro momento de estas personas con las que nos unen lazos familiares.
En toda la relación de actividades se echan en falta ciertos establecimientos como los "hornos de pan cocer" que sí veremos en otros padrones, por ejemplo en el de 1901, en el que hay un hornero, Dionisio Dillana Izquierdo, en la calle Alhóndiga. En este de 1901 no figura ya don José González con las tres actividades del anterior, pues había fallecido en abril de 1898. Tampoco encontramos en estos años tiendas de comestibles, que sí se verán en años posteriores.
Aunque quizás haya que hacerlo en una segunda entrada, en la que ampliaremos los datos, vamos ahora a señalar un primer dibujo de la distribución por calles de estas actividades comerciales, artesanas o de "orden civil".
Riolobos. Foto aérea 1941. Se señalan las calles con las actividades que comentamos. Pulsar en la imagen para ampliar. |
Glosario
Indiana: Tela de lino o algodón, o de mezcla de uno y otro, pintada por un solo lado. (DLE de la RAE)
Ministrante: En el Diccionario de la Lengua Castellana. (RAE. X Edición. 1852) se explica como participio activo del verbo ministrar. Y su significado: El que ministra o sirve. En la edición actual del DLE el término ministrar tiene la acepción de Servir o ejercer un oficio, empleo o ministerio. Y ministrante se considera poco usado con el significado de Practicante de un hospital.
Practicante: Persona legalmente capacitada para realizar operaciones de cirugía menor, hacer curas, poner inyecciones o administrar medicinas.
Vara: Medida antigua de longitud que equivale a tres pies. Variaba su medida según los distintos territorios. La más común era la vara castellana o vara de Burgos equivalente a unos 83,5905 cm. En la Plaza Chica de Zafra, en una columna cercana al Arquillo del Pan, aparece grabada una vara que sirvió de unidad de medida para los comerciantes de la plaza.
Guía de comerciantes. 1797 |
Vara de Zafra |
Anuncio de "EL PARAISO", grandes almacenes de tejidos en la C/ Pintores de Cáceres. Guía comercial de las ferias de Cáceres. 1953. Publicado por Sebastián Castela en Facebook. |
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