Educación y Patrimonio

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Educación y Patrimonio. Notas para una reflexión y propuesta

Cuadernos Extremeños para el Debate y la Acción. nº 4. Mayo de 2020

José Vidal Lucía Egido

En la educación el conocimiento no se comprime y confina en un artefacto, […] sino que se presenta como un territorio que hay que recorrer en compañía (de un maestro).

Antonio Rodríguez de las Heras. “Inventores, poetas y maestros” Bez, 5 noviembre 2016.

1. Educación y patrimonio. Notas previas.

Educación y Patrimonio son dos términos ineludibles de un binomio casi fantástico. No se puede entender el hecho educativo sin la presencia del entorno y, por tanto, de los elementos del patrimonio, entre sus contenidos. Ni tampoco se puede concebir el proceso de enseñar/aprender sin insertarlo en el contexto en que se vive. Por otra parte, el patrimonio necesita de la educación, debe estar presente en los procesos formativos de la infancia y de los adolescentes para que las nuevas generaciones sepan valorarlo y revalorizarlo como componente básico del espacio que habitamos. Es además un recurso educativo de primer orden, no sólo un recurso turístico, como se pretende.

Partimos de una idea de patrimonio que abarca, con un carácter de globalidad, los elementos histórico-artísticos del entorno y las producciones artísticas, literarias, culturales y documentales; pero también los naturales y paisajísticos que definen y caracterizan ese entorno, así como los componentes tecnológicos, científicos y de producción de bienes. Las costumbres, formas de vida, objetos y tradiciones, que configuran el sentido identitario de la comunidad, forman también parte del mismo. Sin olvidar los aspectos de diversidad cultural presentes en todo este conjunto. Por tanto, componentes tangibles e intangibles.

A la hora de plantear la relación entre los dos ámbitos de ese binomio (educación y patrimonio) hay que pensar, diseñar y desarrollar qué finalidades nos proponemos, cuáles son los contenidos que tienen que estar presentes en nuestro programa de actuación y cuáles las estrategias metodológicas para poder desarrollar ese proceso de aprendizaje. 

Todos podemos estar de acuerdo en la importancia de educar en una serie de valores éticos y cívicos en orden a la defensa y preservación de los elementos del patrimonio que hemos señalado. Más problemático puede ser llegar a un acuerdo sobre los contenidos, sobre las estrategias metodológicas a desarrollar desde la escuela y desde el aula, sobre el papel que han de tener en este proceso los agentes que gestionan el patrimonio, ajenos en su mayoría a la acción educativa, y sobre la relaciones que han de darse entre estos y los agentes del ámbito de la educación.

Otro aspecto fundamental es la consideración y el papel de la ciudad o el pueblo en este proceso. En ambos vemos, cada vez más, un afán por descubrir y hacer visibles valores patrimoniales de carácter singular y distintivo que aporten elementos de identidad a la población que los habita y un interés porque estos se constituyan en recurso productivo para dicha comunidad a través de planes y estrategias de desarrollo turístico. Lo mismo sucede con las costumbres y tradiciones. Los poderes públicos de estos lugares tienen como objetivo ineludible la adquisición de algún título de calidad patrimonial, la consideración de sus monumentos como bienes de interés cultural, la declaración de las fiestas como de interés turístico, y al máximo nivel, y la escenificación y espectacularización de los espacios y de los hechos culturales. Todo con el fin casi único de atraer turismo y recursos económicos que contribuyan al desarrollo. Lo cual está muy bien, pero esos procesos desbocados de turistificación no casan muchas veces con lo que consideramos un desarrollo sostenible y con la idea de la ciudad como espacio organizado, con prioridad, para la vida de sus habitantes. Tampoco parece que se tenga en cuenta el carácter educador que debe tener la ciudad, el pueblo y sus entornos. Convendría que repensáramos que además del “interés turístico”, la ciudad debe ser el lugar para la vida feliz de sus habitantes y el ámbito que planifica y gestiona sus recursos en función de la educación y desarrollo humano de las personas, con especial atención a la infancia. En definitiva, estamos hablando de la ciudad o del pueblo como realidades educadoras


Con respecto a la relación entre el hecho patrimonial y el proceso educativo habría que tener en cuenta que el patrimonio, al incorporarse a dicho proceso, debe ser concebido desde una perspectiva interdisciplinar, y además con un carácter global y no compartimentado. Está claro que contamos con unos programas escolares fuertemente organizados en disciplinas, con una formación inicial del profesorado con el mismo carácter de especialización, con unas entidades gestoras (museos, centros de interpretación, …) que también orientan su propuesta sólo en el sentido de lo que contienen. Pero aun así, debemos tender a la consideración del patrimonio en el ámbito educativo con esa doble idea de interdisciplinariedad y globalidad. Eso exige, según los niveles, unas estrategias adecuadas de coordinación entre departamentos educativos y gestores del patrimonio que definan la acción como un proyecto integrado en el que todos hagan sus aportaciones específicas. Otro aspecto importante es que la educación del patrimonio no tiene una finalidad en sí misma, no se trata de organizar otra “asignatura”. El patrimonio, como el entorno en general, debe formar parte del proceso educativo con una integración que muchas veces tiene carácter transversal.

2. Una aproximación a los recursos y gestores del patrimonio en nuestro entorno

En este sencillo análisis no podemos abordar el ámbito nacional, ni tampoco el regional, dado que carecemos de datos. Nos limitamos a mirar a nuestro entorno próximo, en el que hemos desarrollado la docencia durante algunos años. Existen investigaciones realizadas en otros ámbitos, cuyos datos y conclusiones nos permiten observar la realidad próxima con cierto distanciamiento. Vamos a esbozar, muy sucintamente, algunos de los recursos presentes y también las propuestas de acción y las estrategias metodológicas que conocemos.

Al margen de los recursos institucionales para la educación, nos interesa señalar la importancia de otras instituciones y agentes que gestionan el patrimonio y que tienen una responsabilidad en la preservación del mismo y también en cómo se usa y sirve para la vida de los ciudadanos.

Son cada vez más abundantes los museos y centros de interpretación que tienen en su estructura interna un departamento o, por lo menos, un programa de carácter didáctico que pretende atraer escolares y desarrollar con ellos un plan de conocimiento de las obras que albergan. Suelen contar con voluntarios o técnicos que desarrollan esa tarea en el centro museístico. También ponen a disposición un espacio web y, en algunos casos, materiales de consulta. La iniciativa para la visita siempre parte del centro escolar o del aula, tiene un carácter complementario a la programación escolar y no suele estar integrada en la misma.

Existen también asociaciones de carácter privado o semipúblico que ofrecen para grupos de escolares desde interesantes propuestas para conocer el entorno natural o las aves urbanas hasta las que promueven actividades de carácter lúdico y/o pseudo-históricas y con ciertos tintes de teatralización y espectacularización de las mismas. Estas últimas surgen siempre a partir de hechos mediáticos derivados de la actualidad. Por supuesto, a los escolares se les pide la representación de papeles improvisados con ropajes de época.

Algunos organismos de carácter local como los SIG (y en especial el Servicio de Información Geográfica del Ayuntamiento de Cáceres) han generado una cantidad ingente de materiales y recursos de carácter geográfico, histórico y cartográfico, disponibles en su web, y ofrecen una interpretación de la ciudad en su realidad actual y en su dinámica histórica, integrando ambas en un sistema de opendata. También han generado algunas aplicaciones (app) usables en distintas plataformas. De obligada visita y consulta y de enorme utilidad didáctica. Ver el portal de datos abiertos conocido como IDE (Infraestructura de Datos Espaciales).

Pero alguna de nuestras ciudades apenas disponen de instrumentos u organismos (salvo el SIG citado) que responda a esa demanda de atención educativa al patrimonio. Los Consorcios, que se han constituido en ellas con el objetivo de realizar una gestión del patrimonio, parece que se dedican con prioridad a la gestión o control de las obras de los centros históricos y a intervenir y “poner en valor” algunos enclaves de estas zonas urbanas con la finalidad única de atraer turismo. Algunos tienen desde hace años el área de la educación del patrimonio como una estrategia importante. Otros, en cambio, no consideran que esa acción quepa en su estructura. Y esto es un craso error.

Con respecto a las estrategias metodológicas en relación con el patrimonio nos encontramos con diversidad de formulaciones:

Por un lado están las salidas del aula para visitar alguna zona del entorno (natural o monumental), algún enclave de carácter singular, instituciones culturales, yacimientos, etc. Para su realización se siguen planteamientos metodológicos que van desde la propuesta tradicional de explicación  del profesorado o de personal externo al aula, con un papel pasivo del alumnado, hasta la que tiene como aspectos fundamentales la indagación y obtención de información, la visita activa y la puesta en común conjunta.

Otras veces la visita al patrimonio se realiza como un juego con poco sentido educativo (gimcanas, representaciones pseudohistóricas, …), en la línea que hemos enunciado más arriba.

Es también reseñable la participación en fiestas o eventos de especial interés (La fiesta de las lavanderas o el Febrero de Cáceres, el Festival de las Aves, …) que pueden tener una gran virtualidad educativa si los profesores y los centros se plantean su integración entre los contenidos de sus programas.

La organización de semanas temáticas, algunas ya desaparecidas y que pretenden volver,  suelen presentarse con un carácter de feria o espectáculo, con un fin en sí mismo y a mayor gloria de… Su virtualidad finaliza cuando termina el evento. Olvidan esa idea de integración en los contenidos y procesos del aula y, en cambio, atienden a otros planteamientos e intereses.

Desde esta sencilla aproximación cabe plantearse otras fórmulas alternativas que supongan una respuesta viable en el contexto social y educativo en el que nos movemos; pueden englobarse bajo el concepto de “Aula de Patrimonio”. 


3. Hacia otras formas de enlazar educación y patrimonio

Es posible ensayar otras estrategias que permitan recorrer el camino de ida y vuelta entre el aula, que se instala en el entorno patrimonial como espacio también para el aprendizaje, y los elementos del patrimonio que deben volver, con el grupo, para integrarse entre los recursos de aquella. Son planteamientos que hacemos desde la reflexión sobre una experiencia desarrollada con escolares de sexto de primaria en un centro de Cáceres y en 2015. En ella pretendimos una metodología basada en los siguientes aspectos: el aprendizaje entre iguales y en colaboración, la referencia del adulto en el proceso, la mirada a los elementos del patrimonio y el trabajo en el entorno histórico de la ciudad, la interdisciplinariedad, la utilización de recursos tecnológicos (TIC), el desarrollo de capacidades como observar, identificar, nombrar, localizar,… y el ensayo de distintas formas de expresar lo aprendido, …

La profesora Mª Ángeles Jareño Quílez, tutora del grupo citado de 6ºB, del CEIP Dulce Chacón de Cáceres, coordinó el  proyecto que comenzó a finales de noviembre de 2014. Representó a Cáceres dentro de la red española de Ciudades Patrimonio de la Humanidad. El título: “Cáceres. Elementos del Patrimonio y ruta del agua en la ciudad histórica”.

El trabajo se centró en el conocimiento de los aspectos que definen a Cáceres como ciudad patrimonio, y que son: la muralla almohade y torres y la organización de la ciudad intramuros a partir de las casas-fortaleza y palacios urbanos. A ello se añadió una ruta del agua por la Ribera del Marco y por fuentes y aljibes.

 
Todo el proceso del trabajo fue registrado en un blog desde principios de enero de 2015. Se desarrolló en tres ámbitos: la ciudad, el aula y el blog. En él se puede seguir la experiencia. Posteriormente se elaboraron unos materiales (a petición del Consorcio Cáceres Ciudad Histórica), organizados para escolares del tercer ciclo de Primaria y del primero de Secundaria. Los titulamos Cáceres. Elementos del Patrimonio. Materiales para el aula”.

En la reflexión sobre la experiencia se parte de unos supuestos previos, que ahora no vamos a desarrollar, y que se refieren a la consideración del aula y del entorno como espacios interrelacionados para el aprendizaje. Por eso, la importancia de las salidas a ese entorno urbano que requieren, si cabe, un mayor cuidado en su planificación y realización por lo variable e imprevisible que es el contexto en el que se ejecutan. La actitud en ellas debe seguir siendo de atención para observar e identificar los elementos, objeto de la visita, de interés por aprender a describir y nombrar, de capacidad para situar lo observado en el espacio y en el tiempo y de pericia para registrarlo en soportes de memoria exenta como una cámara fotográfica o un móvil.

Se trata de ser capaces de trasladar al aula escolar todo el bagaje que se atesora en la visita para incorporarlo al proceso diario e integrarlo entre los aprendizajes reglados. Como hemos dicho, es un proceso de ida y vuelta. Se sale para volver con un conjunto de recursos nuevos que permitirán revisitar otra vez ese entorno patrimonial y tenerlo como referencia continua.

El planteamiento de los materiales citados parte de la idea de poner sobre la mesa, haciendo un verdadero “despiece”, una serie de elemen­tos característicos de la ciudad histórica, conocidos por los ciudadanos de manera muy simplista, y casi totalmente desconocidos para los niños y adolescentes, salvo excepciones. Son, sobre todo, enclaves urbanos apenas identificados, de los que no se conocen sus componentes, y con dificultades para su localización temporal y espacial.

Todos ellos se pueden agrupar temáticamente por itinerarios, un método de trabajo eficiente que permite observar en el terreno los elementos patrimoniales a conocer, y además la organización temática de los mismos.  

Como ya hemos enunciado no se trata de “aprender la ciudad” sino “aprender en la ciudad”. En definitiva, la ciudad como espacio de aprendizaje  o, también, como ciudad educadora. En ese sentido, y siempre con ese carácter interdisciplinar y transversal, integrado en el proceso de trabajo del aula, es posible organizar unas estrategias de aprendizaje con el doble recorrido de ida y vuelta (aula-entorno-aula) que favorezcan esa integración natural del patrimonio en dicho proceso. Señalamos algunas.

La elaboración de láminas “mudas” de sitios patrimoniales y de paneles temáticos a partir de las imágenes tomadas en las salidas. La creación en grupo de un glosario de términos para nombrar esos elementos y sus componentes. La recopilación de nombres de calles del itinerario y el dibujo de rótulos para confeccionar un Juego del Callejero. La construcción de una Caja de Materiales y la realización de paneles con vistas de la ciudad histórica para practicar la Identificación de los materiales constructivos. La realización de una serie de actividades de reconocimiento de lugares significativos de la ciudad con ayuda de instrumentos en red como un blog o mapas digitales. La recopilación periódica de noticias, su lectura, ejercicios de resumen, comentarios, murales, debates, informes, etc. También es interesante buscar diversas formas de expresión (toma de fotografías, diseño de tarjetas, …) que supongan una manera distinta de recrear los elementos que forman el patrimonio y una propuesta de miradas diferentes sobre ellos. Y por último, la recogida de textos, poemas, canciones y leyendas sobre la ciudad y, con ellos, la confección de un cuaderno de textos que ofrece muchas posibilidades de uso interdisciplinar.

Toda esta batería de propuestas, que implementamos en los materiales citados, puede ser una fórmula que permita un acercamiento al patrimonio desde el aula. Una metodología viable y adecuada a los principios que hemos enunciado.

4. A modo de conclusión

Hemos señalado ya suficientemente la importancia de la incorporación del patrimonio a la programación ordinaria, también de las formas metodológicas nuevas que se adecúen a los criterios señalados, pero es necesario además que las instituciones locales gestoras del patrimonio y las educativas, hagan una apuesta decidida por aunar ambos aspectos en espacios con recursos adecuados para tal fin.

Es importante que los ayuntamientos, las diputaciones o las consejerías de Educación (vía Unidad de Programas o CPR) cuenten en el ámbito local con algún tipo de organismo que tenga como objetivo el acercamiento y conocimiento del patrimonio urbano por parte de los escolares y estudiantes. La aproximación a esta realidad patrimonial no puede depender sólo de la buena voluntad del profesorado de primaria o secundaria que decide salir y hacer visitas.

Nos parece esencial repensar el papel que en este sentido deben tener instituciones como los Consorcios que gestionan el patrimonio en estas ciudades. Su tarea no puede ser sólo la atención a obras o al turismo. Es importante también la puesta en marcha de propuestas educativas en consonancia con los Centros de Profesores y con la UPE. Desde este espacio común se han de conjugar ambos aspectos (educación y patrimonio) con la creación de un área de carácter educativo que dinamice la difusión y utilización de los recursos existentes y que promueva la elaboración y publicación de materiales y medios para ponerlos a disposición de los centros de enseñanza y, a la vez, hacer un seguimiento de su utilización por los mismos.

Sólo con una apuesta valiente en este sentido se puede hacer realidad la conexión educación y patrimonio y su plasmación en propuestas como la idea de Aula de Patrimonio a la que nos hemos referido en estas páginas.

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El presente artículo fue publicado en mayo de 2020 en el Cuaderno Extremeño para el Debate y la Acción nº 4. Esta interesante colección de publicaciones está dirigida por Juan Serna.
 

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