En el Museo Helga de Alvear con la asociación Adaegina

Grupo de la asociación Adaegina en el Museo Helga de Alvear.

Para Goyo Herrera. In Memoriam.

Siempre nos ha parecido que las primeras visitas a exposiciones y a centros de Arte Contemporáneo, como este recién inaugurado Museo Helga de Alvear, deben hacerse de manera personal, sólo o en compañía,  sin guías ni explicaciones. Se trata de descubrir de forma natural las nuevas propuestas, de dejarse sorprender por los objetos de la muestra, de tratar de entender sin mediaciones; en definitiva, de tener una primera experiencia que nos haga sentir de verdad lo que las obras expuestas nos proponen. Eso hemos hecho siempre con las diversas exposiciones temporales del antiguo CAV Helga de Alvear y también en otros museos. Después siempre ha habido tiempo de participar en visitas guíadas, generales o monográficas, consultar las obras en la web o en las magníficas apps que el centro ha publicado.

Por eso, cuando se abrió recientemente este nuevo Museo, hicimos dos visitas para descubrir las nuevas propuestas que se nos ofrecían en este novedoso y sorprendente espacio de arte. En principio, sorpresa agradable ante el nuevo edificio, obra de Emilio Tuñón; una magnífica propuesta arquitectónica de lineas claras, formas puras y con una concepción espacial interior muy adecuada a la función, que es lo que en definitiva define a la arquitectura. Pero también una sorprendente adecuación al entorno, revalorizándolo. Su ubicación y adecuación, en la fachada de Pizarro y en la trasera, con la Casa Grande, la creación del jardín, la reforma del enorme arandel de Camino Llano que genera dos entradas desde esta vía y, sobre todo, la interesante idea del pasaje que permite el acceso fácil desde la ciudad del XIX y XX a la aureola urbana que va circunvalando la ciudad intramuros. Una necesaria realización urbanística y arquitectónica. Y todo, sin hablar todavía de la importancia de los contenidos.

El nuevo edificio, obra de Emilio Tuñón con la escultura A Day Like This. Made of Nothing and Nothing Else (2009), de Ugo Rondinone. Un olivo de aluminio fundido a la cera perdida y esmaltado en blanco.

Así que, tras este primer acercamiento al edificio, a la intervención urbanística y a las obras expuestas, ahora en junio decidimos acudir con un grupo de la Asociación Adaegina de Amigos del Museo de Cáceres a una visita a la Exposición Inaugural de la Colección Helga de Alvear que esta vez estuvo guíada con gran maestría por Miguel Fernández Campón. Son variadas las experiencias que hemos tenido con Miguel como guía, tanto en el CAV citado, como también en una exposición comisariada por él en el Museo de Cáceres. Siempre de gran aprovechamiento. Sus palabras invitan a mirar de otra manera.
 


El recorrido por la colección expuesta

A la entrada, casi como un emblema, se encuentra la gran obra de Ai Weiwei titulada Descending Light, 2007. Una enorme lámpara, formada por una estructura de metal, luces led, unas 60.000 cuentas de cristal rojo rubí y cables, que ocupa casi totalmente la primera sala. Esta escultura-instalación, caída en el suelo, perdida su función de iluminar desde lo alto, se muestra plena de significados. Una invitación a reflexionar sobre la situación de las grandes potencias, una "metáfora de China, un gigante en plena transformación económica que hipoteca su pasado y sucumbe ante el peso del éxito material en una impar carrera por ser un país industrializado", según nos dice María Jesús Ávila en la presentación de la misma. Recomendamos acceder al enlace que hemos marcado.

En la pared la fotografía Stadt 5/18 (Berlin) de Frank Thiel, parte de una serie dedicada a la ciudad.

Al lado, en una sala dedicada al efecto, encontramos una muestra de los Caprichos de Francisco de Goya. 80 grabados, realizados con diversas técnicas (aguafuerte, aguatinta bruñida, punta seca y buril), forman esta colección de 1799. Una muestra de la influencia de Goya en el arte y cultura contemporánea. Puede resultar de interés consultar las Lecturas sobre los Caprichos, con varias citas que pueden obtenerse al pulsar sobre la imagen de cada uno de ellos.


En el mismo lugar aparecen algunas pequeñas piezas relacionadas con este mundo goyesco, como esta página 3 de Un baile de bufones (Storyboard) (2013) de Marcel Dzama, uno de cuyos dibujos es un claro trasunto del Capricho 26, Ya tienen asiento.


En la siguiente sala, obras de diversos artistas entre los que destacamos:

Pablo Picasso con la obra Trois pommes sur un plateau (anverso) et Composition abstraite (reverso) (1909), colocada sobre un pedestal en el centro de la sala.

Wassily Kandinsky con un un pequeño cuadro en acuarela y tinta china sobre papel, Entwurf zu No593 "Leicht zusammen" (1933).


Lucio Fontana con el grupo escultórico en latón Concetto Spaziale, Natura (1967).  De este autor se expone también una pequeña escultura, Madonna con Bambino (1950-53), en cerámica esmaltada policromada.

En otra de las salas José Luis AlexancoLiam Gillick,  Ángel Duarte con su obra Cubo [División de un cubo por 6 paraboloides hiperbólicos] o "silla de montar" (1965-1970) y Larry Bell, con Bay Area Blues, 2018, en varios tonos de azul.

Con la obra de Ángel Duarte.

Los paneles de cristal lapislázuli, los de azul aciano y los translúcidos de Bay Area Blue nos permiten juegos de reflejos y transparencias.

Y siguiendo con los juegos de espejos y reflejos entramos en una de las salas que más interacción provoca en los visitantes. Todos, moviéndonos entre los espejos, intentamos explicarnos este "laberinto visual" que ofrece Olafur Eliasson con su obra Actividad en eco (2017).

Y siguiendo con espejos, indudablemente llamará la atención el resultado y el proceso de generación de esta pieza Sin título (2003) de Rudolf Stingel. La intervención de los asistentes raspando y escribiendo sus nombres en la inauguración de una muestra inició un proceso que generó el producto que aquí observamos.

En la misma sala hay varias obras más que llamarán nuestra atención. En primer lugar, en el suelo de la sala, vemos este Bottari, Oct. 22 2000 (2000) de Kimsooja, cuya técnica consiste en el anudamiento de una colcha entera que contiene ropa de cama coreana usada. Dice la autora que el bottari "nos permite pensar en el lugar del lecho como una especie de demarcación  de nuestra vida, donde la persona nace, es amada, sueña y muere". Indudablemente es mucho lo que se anuda en este colorido fardo de las comunidades nómadas.

 

Pero en la sala hay más. Veamos la siguiente imagen de la sala vacía. A la derecha la propuesta de ocho cuadros de Ignasi Aballí, titulada Papel moneda, cada uno elaborado con papel moneda triturado de billetes de euro; a continuación, la escultura Corona republicana 0 (serie software) (2014) de José Luis Moraza, y de nuevo en la pared, la pintura 100% de Albert Oehlen (2008).

100% de Albert Oehlen (2008)

Al bajar las escaleras nos encontramos con la escultura en madera tallada policromada El hombre con los ojos cerrados (1997) de Stephan Balkenhol.

En las siguientes salas, varias obras e instalaciones de interés. 

En principio Estructuras ineficaces (2012) de Elmgreen & Dragset, con una cierta crítica y cuestionamiento de las estructuras de poder socioculturales y políticas.

 Al lado la fotografía analógica Lona suspendida frente a una cala (2001) de Santiago Sierra. 


 A continuación un gran espacio dedicado a una instalación formada por múltiples objetos y herramientas. Power Tools (2007) de Thomas Hirschhorn crea un ambiente inquietante con la acumulación y tamaño de las herramientas mostradas.

En la siguiente sala Gräberfeld (2008), impresión digital de Tacita Dean y al lado We the People (Detail) (2011-2014), de Danh Vö. Un "fragmento numerado como E3-1 de la copia de la Estatua de la Libertad a escala real que ha realizado el artista". En cobre repujado y remachado.


En la siguiente sala encontramos varias obras de carácter figurativo como la Cabeza de arcilla seca sobre suelo de hormigón (2016) de Mark Manders. También Smartphone – Hombre sentado con bolsa (2018) de Michelangelo Pistoletto. Fotografía sobre aluminio supermirror. De nuevo los juegos de espejos entre el espectador, su reflejo, la figura representada, ...

 
De especial interés el grupo escultórico Sin título (Tres pequeñas figuras) (1998) de Juan Muñoz. Plástico y goma. Una obra que no pasa desapercibida.


En otra sala, la pintura sobre tabla Nus (2004) de Antoni Tapies y la instalación Círculo de piedras denso (1982), de Richard Long, un conjunto de piedras dispuesto en círculo sobre el suelo.

La última obra que visitamos (hay algunas de las que vimos que no se han mencionado) fue Rocas falsas (2006) de Katharina Grosse, una instalación de acrílico sobre poliuretano, storyfoam y madera. Un lugar para la foto de grupo.

©José Vidal Lucía

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