Riolobos. Breve noticia de una mañana de invierno.

Vista general de Riolobos desde la zona de las antenas en el alto de los olivares.

©José Vidal Lucía Egido

La mañana del 23 de diciembre empezó fría. La niebla, muy densa, cubría los valles de Almonte, Tajo y Alagón. En la plaza de Riolobos, a las 10h, con el termómetro marcando 1º, las cigüeñas ya recibían los primeros rayos de sol y hacían tareas de aseo matutino. Un nutrido grupo de palomas revoloteaba en los tejados de la iglesia y algunas se posaban en la taza metálica de la fuente. 

Hay que ver la cigüeña,cuánto nos vale.
Si no fuera por ella,cualquiera sabe. 
(Canción recogida por Agapito Marazuela)

La intención primera de Robustiano y mía era hacer una ruta cogiendo el Camino del Monte, hacia las cercas, en la dehesa, para encontrarnos con la Vía de la Plata. Pero claramente ese plan necesitaba más tiempo. Así que decidimos coger el Camino de Galisteo para subir al alto de los olivares, junto a las antenas. Allí nos encontramos con J., hijo de S., vecino de la Plazuela Alta de la iglesia. Los saludos, algunas preguntas, la contemplación del paisaje y la toponimía de los lugares visibles y no visibles, amen de otras cuestiones, nos entretuvieron un rato largo. Pero fue fructífero. Luego se incorporó J., hijo de A. que llegaría más tarde. J. nos mostró desde arriba una potrilla que pastaba en un huerto junto al arroyo del Boquerón. Con ella le gusta recorrer los caminos y disfrutar de los paisajes adehesados. 

Desde allí comentábamos la trayectoria entre encinas del llamado Camino del Monte. Hay que tener en cuenta que también en la dehesa hay una Barrera del Monte. Este camino pudo ser lo que en los planos y topográficos antiguos se conocía como el camino del Convento de la Moheda. Nombre que actualmente se ha perdido en la memoria de la gente de Riolobos. También se llamó camino de Grimaldo. El convento de Nuestra Señora de los Ángeles o de la Moheda fue desamortizado y abandonado en 1835 (ver aquí lo que hemos escrito sobre él en este blog). Es lógico que el nombre se perdiera. Pero es el camino que utilizaban los monjes del convento para venir a ayudar a la iglesia de Riolobos en parte del s. XVII, durante todo el XVIII y hasta ese primer tercio del XIX. Al lado oeste del camino, decían nuestros interlocutores, estaba la llamada Calleja de los Lobos. Creo recordarla de los tiempos de la niñez, pero actualmente, calleja y nombre han desaparecido.

Y así seguimos hablando de la zona de los Revolcaderos, en la parte baja de la Barrera de los olivares, de los Horcajos, junto al camino de la Galisteo, de la fuente Calera (hoy cenagada y que da nombre a una calle que lleva a ella, pero que se nombra mal como Calle de la Fuente Escalera), de los Pizarrales, de la zona Tras de las Cuestas, que está bajando desde el alto en el que estábamos hacia la vaguada que recorre el arroyo de ese nombre y que confluye en el Boquerón del Rivero, de la zona del Jardín con la fuente así llamada, etc., etc. 

Por supuesto no podemos olvidar los acueductos del Canal principal, visibles desde allí. Por una parte, el que salva la vaguada del arroyo Tamujar y que se encuentra junto a las casas de los hermanos Fernández, los de tío Eduardo. Este aparecía envuelto durante gran parte de la mañana en un contraluz neblinoso que hacía difícil su fotografía. Por otra, visto semihundido desde nuestra posición, el que salva la zona de la carretera de Plasencia y del arroyo del Boquerón, en las proximidades del antiguo Puente de Hierro.

El acueducto sobre el Tamujar en contraluz neblinoso de aquella mañana
 
El mismo acueducto visto al pie de los pilares y con otras luces

El otro acueducto, visto semihundido en la vaguada de la zona de la carretera de Plasencia y del arroyo del Boquerón

Nuevos elementos en el paisaje

En referencia a la zona poblada observamos algunas callejas como la del Pechín, límite del casco urbano en la zona norte junto al arroyo, la calleja del Arroyo o de la Zabancha, la situación del Lagar de Abajo y del de la Casa Grande, del antiguo horno de pan de la calle Nueva, que hoy se divide en dos casas y de los distintos tipos de viviendas, corrales y cercas que se observan desde ese alto y que muestran restos y vestigios de arquitectura vernácula o que han sido totalmente modificados.

En fin, un lugar privilegiado para observar otra perspectiva del pueblo y reflexionar sobre sus paisajes y los topónimos que lo han nombrado siempre, algunos ya en desuso. También desde allí es sorprendente la vista del cementerio municipal en el sitio de Calzones, y también la de diversos pueblos de la comarca y más lejanos (Torrejoncillo, Valdencín, Coria, el Batán, Santibañez el Alto en una mancha lejana delante de la Sierra de Gata y del pico de Xálima o Jálama, o el azul de sierras lejanas ya en zona portuguesa). También en la zona del saliente, tras las dehesas, la mancha azul de la Sierra de Mirabel, y más al norte, la de Santa Catalina con Cañaveral en la solana y el Pedroso y el Palancar en la umbría. 

Como decíamos, un lugar para recorrer y observar todo lo que el paisaje nos ofrece. Pero, sobre todo, un espacio para encontrarse con algún paisano y poder comentar todo lo visible y lo oculto para no perder la tradición y el saber de los antiguos.

Otras imágenes 

Pino piñonero (pinus pinea) en la zona de los olivares
Un cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) iniciando su vuelo

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Comentarios

  1. Estupendo y ameno texto sobre un entorno rural acompañado de unas maravillosas fotografías.

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